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Las distros son colecciones de software libre listas para ser instaladas.
Dado que GNU/Linux es un sistema operativo libre, cualquiera puede modificarlo para adaptarlo a sus necesidades y gustos. La cuestión es que modificar un sistema operativo es una tarea muy compleja que requiere conocimientos avanzados de programación e invertir mucho tiempo en ello, algo que no está al alcance de la mayoría de los usuarios de dicho software. Además, inicialmente para tener un sistema operativo GNU/Linux completo y funcional era necesario reunir los distintos componentes descargándolos de Internet, e instalarlos manualmente uno a uno, tarea más sencilla que modificar el sistema operativo, pero que seguía siendo no apto para torpes. Es por ello que en un momento dado surgieron las distribuciones (conocidas como distros), colecciones de software que incluían de manera conjunta el sistema operativo básico y un grupo mayor o menor de programas, listas para ser instaladas de manera sencilla. La naturaleza libre de GNU/Linux permitía que cualquiera creara su propia distro según sus propios gustos y preferencias, lo cual ha propiciado que surjan multitud de distros de todo tipo, cada una con su propio estilo.
Existen cientos de distros distintas, aunque la diferencia entre ellas no es tanta
Las distros se cuentan por cientos, tal vez por miles. Podrás encontrar un buen número de ellas en Distrowatch. Puede resultar abrumador y confuso encontrarse con tantas, pero esa primera sensación es engañosa. Para empezar, las diferencias entre las distintas distros no suelen ser abismales, todas incluyen los programas más comunes y funcionan de manera más o menos similar, de manera que si estamos acostumbrados a usar una en concreto no tendremos problemas para acostumbrarnos a usar cualquier otra. Y por otro lado, hay que tener en cuenta que muchas distros se basan en el trabajo de otras, y se limitan a añadir algunos cambios. Es decir, de entre los cientos o miles de distros que podremos encontrar en Distrowatch, la inmensa mayoría de ellas están basadas en una de las cinco o seis distros más importantes, con lo cual el funcionamiento será prácticamente el mismo.
Si hiciéramos una lista de las distros más importantes nos costaría ponernos de acuedo acerca de cuáles merecen esa denominación, pero vamos a intentar hacer una lista orientativa:
Antes de instalar GNU/Linux debemos hacer una copia de seguridad de nuestros datos y habilitar espacio libre en el disco duro.
Instalar GNU/Linux puede ser particularmente pesado, no por la propia tarea de instalación (que puede ser cosa de 20 minutos), sino por los preparativos necesarios. Por lo general quien se plantea por primera vez usar GNU/Linux dispone de un PC, pero el disco duro del mismo ya está ocupado por otro sistema operativo y por un montón de archivos. Así que antes de ponernos a instalar GNU/Linux, tendremos que proceder a hacerle sitio en el disco. Primero tendremos que hacer una copia de seguridad de nuestros datos (por si acaso), tarea que nos puede costar toda una tarde en el caso de que tengamos una buena colección de archivos. En el caso de que no queramos eliminar el sistema operativo que teníamos de antes, dado que lo más común es que la partición en la que éste se encuentra instalado ocupe la totalidad del disco duro, tendremos que hacer uso de alguna herramienta de reparticionado para reducir el tamaño de la única partición existente (con el consiguiente riesgo para la integridad de los datos albergados en el disco) a fin de liberar espacio, y crear al menos una nueva partición en el espacio liberado, que será donde instalemos GNU/Linux. Una vez hecho esto procederemos a instalar la distro elegida.
La forma más cómoda y segura de probar GNU/Linux es usar un LiveCD
Pues bien, existe un modo de probar GNU/Linux cómodamente, sin tener que meternos en tanto berenjenal ni poner en riesgo la integridad de nuestros datos: usar un LiveCD. Un LiveCD es un sistema operativo alojado en un CD que no requiere instalación, dado que se ejecuta directamente desde el CD, haciendo uso exclusivamente de la memoria RAM (memoria temporal del ordenador), y no necesita acceder para nada al disco duro. De hecho, es perfectamente posible ejecutar uno en un PC que no disponga de disco duro. Eso sí, para poder usarlo con soltura necesitaremos que nuestro sistema cuente con bastante memoria RAM. Por lo general con 128 MB de RAM será suficiente, aunque con 256 MB o más percibiremos una notable mejora. La gran ventaja de un LiveCD es que no importa qué sistema operativo tengamos instalado en el disco duro, ya que éste permanecerá intacto. Introduciremos el disco en la bandeja del lector de CDs, reiniciaremos el equipo, y siempre que la BIOS esté correctamente configurada, en vez de ejecutarse el sistema operativo instalado en el disco duro se ejecutará el que se encuentra alojado en el LiveCD que acabamos de introducir. Éste procederá a identificar los distintos componentes físicos de nuestro PC, configurarlos, y poner en marcha un completo sistema operativo que podremos utilizar sin ningún miedo. Cuando hayamos terminado apagaremos el PC, y éste volverá a estar exactamente igual que antes de que lo conectáramos, absolutamente nada habrá cambiado en él. Por supuesto, el sistema operativo y los datos que teníamos de antes en el disco duro seguirán estándo ahí, tal y como los dejamos la última vez.
La BIOS es una pequeña utilidad del sistema que se carga en el arranque del PC antes que el propio sistema operativo, y controla diversos aspectos básicos del PC. En el arranque se puede acceder al menú de configuración de la BIOS (para ello deberemos pulsar las teclas que el propio sistema nos indique, teclas que varían dependiendo del tipo de BIOS, aunque comúnmente suele ser la tecla F1 o la tecla SUPR), donde podremos modificar, entre otras cosas, en qué dispositivos se buscará el sistema operativo, y en qué orden. Por lo general el orden suele ser Diskete --> CDrom --> Disco Duro, es decir, la BIOS primero comprobará el diskete, si hay un sistema operativo en él lo ejecutará, y si no pasará a comprobar el CD; si hay un sistema operativo en el CD lo ejecutará, y si no pasará a comprobar el disco duro. Si cambiamos ese orden de ejecución y ponemos Diskete --> Disco Duro --> CDrom, no podremos ejecutar nuestro LiveCD, porque la BIOS encontrará un sistema operativo en el disco duro antes de probar con el CD. Por lo tanto si nuestro PC no arranca el CD y arranca directamente el sistema operativo instalado en el disco duro, deberemos comprobar la configuración de la BIOS.
Existen muchos LiveCDs distintos, aunque de entre todos uno de los más famosos es Knoppix, un LiveCD basado en Debian con escritorio KDE. Lo que caracteriza a Knoppix es su gran capacidad de detección y configuración automática de hardware, permitiendo disponer de un sistema completo y bien surtido en cuestión de menos de cinco minutos. Además actualmente se distribuye en dos versiones, una en CD con los programas más comunes (al estar los paquetes comprimidos equivale a un sistema de alrededor de 2 GB), y otra en DVD que incluye prácticamente de todo: TheGIMP, Inkscape, Scribus, Wings3D, Blender, Digikam, gFTP, Kmail, Evolution, Kontact, Kopete, Gaim, Firefox, Thunderbird, NVU, Xmms, Amarok, Xine, Kaffeine, K3b, OpenOffice, Koffice... una inmensa colección de buen software disponible en cuestión de escasos minutos, todo en un solo DVD.
Knoppix sirve para mucho más que para probar GNU/Linux.
Knoppix fue concebido como un modo de probar los últimos desarrollos en el mundo del software libre sin tener que instalarlos, un modo de conocer los últimos avances sin poner en riesgo la integridad de nuestro sistema. Sin embargo la utilidad de Knoppix va mucho más allá. Por ejemplo, es una excelente herramienta de rescate. Supongamos que el sistema operativo instalado en el disco duro de nuestro PC ha sido víctima de un sabotaje, de un virus, o de un fallo humano que lo ha inutilizado, y necesitamos recuperar los datos del disco duro antes de proceder a arreglar el problema del sistema operativo. Knoppix nos permitirá acceder a los datos almacenados sin que los problemas del sistema operativo instalado en el disco duro nos afecten, y poner a buen recaudo todos esos datos antes de proceder a corregir el desaguisado. También sirve, por ejemplo, para diagnosticar fallos de hardware. Supongamos que un buen día, sin previo aviso, no podemos acceder por USB a las fotos almacenadas en nuestra flamante cámara de fotos digital. El error puede deberse a la propia cámara de fotos, al cable USB, al puerto USB, o al software. Podríamos probar a reinstalar el sistema operativo para descartar problemas de software, pero es mucho más fácil probar con Knoppix. Si el problema persiste al intentar acceder a las fotos de la cámara desde el LiveCD, entonces sabremos que el problema es del hardware, y no del software. Otra utilidad nada despreciable es poder utilizar nuestros programas favoritos en cualquier PC sin tener que instalar nada en el mismo. Por ejemplo, en cierta ocasión me encontraba en el aula de informática de la Facultad, cuando quise explicarle a una compañera el funcionamiento de TheGIMP, pero por desgracia este genial programa no se encontraba instalado en los equipos. Una opción posible era instalar TheGIMP de manera clandestina sin permiso del administrador, pero la mejor opción fue, sin duda, sacar mi CD de Knoppix de la cartera (Knoppix siempre me acompaña) y hacer la demostración sin tener que alterar para nada en absoluto el sistema instalado.
Cualquier distro puede ser buena para empezar, sólo es cuestión de probar.
Si ya estamos decididos a usar GNU/Linux, elegir distro es la segunda gran decisión. Que elijamos bien puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso, ya que si no acertamos al elegir podemos llevarnos una mala imagen del software libre al comprobar que no es lo que esperábamos. De hecho, una de las preguntas más repetidas en los distintos foros sobre GNU/Linux es qué distro conviene a un usuario novato. Aunque parezca una pregunta bien simple, resulta muy difícil de responder, ya que cada persona es un mundo, y lo que uno busca puede no ser lo mismo que busca otro. Ante esa pregunta yo siempre respondo lo mismo: yo empecé con Mandrake y me fue muy bien, pero cualquier distro puede ser tan buena para empezar como ésa, y la única persona que puede decidir qué le conviene eres tú. Es cuestión de probar.
Son buenas distros para empezar Mandriva, Fedora, Suse y Ubuntu.
Ahora bien, es cierto que hay distros especialmente fáciles de usar, y otras especialmente complejas. Por ejemplo, no suele ser buena idea empezar con Debian, Gentoo ni Slackware, y suelen dar buenos resultados a usuarios novatos las distros Mandriva, Fedora, Suse y Ubuntu. De todas maneras esto es sólo una opinión personal que no tiene por qué coincidir con la de otros usuarios, y en todo caso sigue sin darnos una respuesta definitiva aún habiendo reducido la lista de varios cientos a sólo cuatro. Necesitamos algún tipo de criterio para elegir distro:
Si estos consejos no nos parecen suficientes, puede ser útil probar el test de Linux Distribution Chooser, que en base a las respuestas que demos a las preguntas que se nos plantean nos dirá qué distro(s) nos conviene(n).
Dado que estamos hablando de software libre y una de las libertades inherentes al mismo es la libertad para distribuir copias, nos encontramos con que existen diversos modos de obtener una copia de la distro que hayamos elegido.
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